De este modo, Castro se aparta del ejercicio del poder tras 49 años y 19 meses de convalecencia de una grave operación de aparato digestivo : «Lescomunico que no aspiraré ni aceptaré -repito-, no aspiraré ni aceptaré, el cargo de presidente del Consejo de Estado y Comandante en Jefe», explicó Castro en su mensaje de la edición digital de Granma, publicado también, horas después, en la edición de papel del diario oficial. Los Cubanos reaccionaron con tranquilidad al anuncio.
Castro, que delegó en su hermano Raúl, de 76 años, al ser operado el 31 de julio de 2006, manifestó su confianza en las nuevas generaciones, a las que atribuyó autoridad y experiencia para asumir su sucesión con garantías de éxito.
El próximo 24 de febrero se constituye la Asamblea Nacional, elegida semanas atrás. La Asamblea, que tiene un mandato de cinco años, deberá nombrar un nuevo Consejo de Estado y de Ministros y elegirá a su presidente y comandante en jefe de las Fuerzas Armadas.
En su mensaje de renuncia, Castro no nombra sucesor. Pero todas las previsiones apuntan a que el elegido será Raúl Castro. Esa sería la señal de la continuidad del régimen castrista. Cualquier otro nombramiento sería, por el contrario, una sorpresa que avisaría de que se están produciendo movimientos no detectados en el interior del castrismo.
Los analistas atribuyen a Raúl Castro pragmatismo y deseo de reformas económicas para paliar las agudas escaseces de alimentos, viviendas, transporte y otros productos y servicios básicos que padecen los cubanos. Resta por comprobar si el sucesor de Fidel sabe cómo resolver esas angustiosas carestías.
Lo que por el momento parece fuera de toda duda es que de producirse estos cambios económicos no se verán acompañados de cambios políticos. Cuba se internaría pues por un modelo inspirado en el chino, lanzado a la economía capitalista sin haber perdido ni un ápice del control del poder el Partido Comunista.